Los tres velos del inmanifestado
La Cábala simboliza esta Causa Primera, incognoscible, de donde todo emana, por tres velos que existen sobre la creación y fuera de ella. Forma parte de lo que denomina “Existencia Negativa”, expresión ilógica porque quiere expresar algo que está sobre nuestra lógica.
Definir el concepto de existencia negativa es imposible porque al hacerlo cesaría su propia existencia. Ain es el nombre cabalístico de la Existencia Negativa. Ain Soph, es la Expansión Ilimitada y Ain Soph Aur, la Luz Ilimitada. Son conceptos esotéricos y que expresan la idea esencial de Dios o Creador de todo. Dios es pues, indefinible, imposible de etiquetar y limitar, porque entonces dejaría de ser tal para darle paso a otro creador superior. Cuando, según el texto de la Biblia , Moisés le pregunta a Dios —¿Quién eres?, éste responde: Eheieh (Soy el que soy). Es decir, existencia es existencia. En el Bhagavadgita, el creador responde a la misma pregunta de esta manera: “Soy aquel que es y aquel que no es”.
“De todas maneras, la causa de las causas, el principio en sí, queda para nosotros ignorado, puesto que pertenece al infinito y el infinito, lo ilimitado, no puede ser abarcado por nuestro cerebro limitado.”
Arnoldo Krumm-Heller. “Rosacruz”.
La Existencia Negativa es el absoluto que contiene todas las cosas, inmanifestadas y manifestadas en potencia. Tiene todas las posibilidades o la infinita posibilidad de todas las cosas. Nuestra mente no puede concebir algo carente de espacio. Pensar en el infinito crea en nuestra mente inmediatamente límites, finitud y nombres. La nada es inconcebible para nuestra personalidad. Una aproximación a la Causa Primera es intentar pensar todo lo que no es. No es espíritu ni materia, porque estas son divisiones artificiales creadas por nuestra manera de percibir el mundo.
“ La Esencia del Ser carece de atributos, de forma, de distinciones. Es diferente de lo que conocemos y de lo que no conocemos. Ni el pensamiento ni la palabra lo encuentran. El sabio responde con el silencio a las preguntas sobre su naturaleza. A todo cuando se le pregunta sobre sus cualidad, atributos y propiedades responde: “no esto, no aquello”.
También dijeron los antiguos sabios:
“La imaginación, el intelecto y la mente abstracta se esfuerzan en vano en concebir el Infinito, porque lo finito no puede comprender lo Infinito ni lo temporal puede abarcar lo eterno ni el pensamiento resultante de la cadena de causación puede reconocer la Causa sin causa o Existencia.”
Magnus Incognito. “ La Doctrina Secreta de los Rosacruces.”
La Cábala explica la Creación y su propósito
La Cabala considera a Dios como un ente incorpóreo, eterno, inmutable y perfecto. El mundo ha sido creado por la voluntad del Creador, ya que se requiere un movimiento para salir del estado inercial donde no existe espacio, tiempo ni movimiento.
De manera análoga, cuando queremos realizar una creación, debemos salir de la inercia para poner en movimiento las causas que generarán los efectos que buscamos. El Arcano XI “ La Fuerza ” representa cómo debe ser la aplicación de esta energía creadora.
El ser humano es una semejanza del creador (“Ain Soph”), puesto que pertenece a la misma creación y está dotado de conciencia espiritual. Es por esto que podemos concebir la inmensidad de la Creación y podemos darnos cuenta de su abundancia y prosperidad. El propósito del iniciado es recuperar plenamente esta conciencia y realizar en esta vida su espiritualidad, eternidad, prosperidad y abundancia.
“( La Cábala ) busca explicar por emanaciones la transición de lo Infinito a lo finito, la multitud de formas desde una unidad; la producción de la materia a partir de la inteligencia espiritual; y las relaciones existentes entre el Creador y la criatura. En esta teosofía el espíritu y la materia son los polos opuestos de una existencia.”
W. Wynn Westcott. Introducción al Estudio de la Kabala.
El Ain Soph crea a partir de todas las potencialidades contenidas en la Causa Primera , en la No Existencia. De allí proceden las emanaciones sucesivas de la creación, cada una menos completa que la precedente. Así el Universo es Dios manifestado. Las Esferas del Arbol de la Vida representan estas emanaciones hasta llegar a la Esfera de el Reino, que es donde menos se manifiesta la divinidad.
El estudio de la Cábala nos muestra que, sin embargo, todo procede del Ain Soph, incluso la materia. La materia no puede ser creada de la materia, sino que emana de la Causa Primera. Por esto, la ciencia puede llegar hasta cierto principio de la creación material, sin poderse explicar de donde surgido ese principio. ¿Cómo y de dónde surgió la primera energía del Big Bang? ¿Qué hay más allá de las sub partículas atómicas? ¿Cómo es posible que algunas partículas no tengan masa? ¿Por qué una partícula al ser observada cambia de posición? ¿Cómo es posible que la luz se comporte como onda y partícula al mismo tiempo, pero que cuando se le observa, elige ser partícula u onda, pero no los estados? ¿Cómo las neuronas del cerebro pueden concebir el infinito y la eternidad?
Todo lo que existe proviene de la Esencia Divina. Es imposible que el ser surja del no-ser. La materia no puede crearse a sí misma. La materia no es más que un aspecto ilusorio de lo espiritual producido por nuestros sentidos. El mundo se nos presenta compuesto de pares de opuestos complementarios por limitación de nuestros sentidos. Pero el universo es uno y sus manifestaciones sobrepasan cualquier etiqueta o nombre que queramos ponerles para intentar comprenderlo.
Los seres espirituales, que somos nosotros, existían antes en esa potencialidad, existían antes de la creación material del mundo. Y antes de la reencarnación, se decide en los planos espirituales a dónde y cuando tendrán existencia en una persona. Luego, con la experiencia de esa vida, vendrá después la decisión a qué otro lugar de la creación volverá a descender para continuar su camino. Una vez que el Ser Espiritual ha alcanzado la perfección en cuanto a las experiencias vividas, volverán a sumergirse en el plano espiritual de donde pertenece, esperando su reunificación con el Creador.
M. Serval
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