EL REINO DE
PAITITI
Antiguas
leyendas aborígenes y
documentos históricos de la
época
de la Conquista
española dan cuenta
de
la existencia de este misterioso reino.
Buscándolo, Hiran Bingham descubrió
Machu
Pichu.
Dr. MAX
TAFUR
Perú
max_tafur@yahoo.com
Para los
escépticos el reino perdido del Paititi no es más que una fantasía, un refugio
psicológico de los antiguos cusqueños para depositar la frustración de su
derrota. Sin embargo hay otros que no descartan la posibilidad de su existencia
real, aportando evidencia tras largos viajes de exploración. El reino del
Paititi habría sido un conjunto de ciudades conectadas a la red de túneles
andinos, que habrían servido como ultimo refugio a los supervivientes del
imperio incaico, cuyo origen se remontaría a la noche de los tiempos. En
Paititi, según el relato de los ancianos de los Andes, vive el Inca Rey soberano
Intipchurrin (hijo del Sol) quien hasta hoy reina en silencio, preparándose para
restaurar el interrumpido orden del Universo. Aquel lugar era la última avanzada
que alcanzaron cien años antes de la llegada europea, los ejércitos imperiales
del inca Túpac Yupanqui. La difícil geografía y la resistencia de las tribus del
lugar llevaron al inca a un tratado con el gran padre (Yaya) señor del Paititi.
En memoria de tal acuerdo se erigió una ciudad en la meseta del Pantiacolla,
conectada con Paucartambo por siete depósitos de aprovisionamiento (Tambos). Al
Pie de la ciudad se habría construido una laguna negra y cuadrada de la que
partía un camino de lajas que la conectaba con ella.
La ciudad se
encontraba en la naciente de un río que caía hacia un abismo, dando lugar a una
exótica cascada. La montaña estaba atravesada de un lado a otro por profundas
cavernas con múltiples ramificaciones. Este laberinto formaba parte de lo que
los lugareños reconocían como un santuario, por cuanto se veía salir del
interior de las grutas a unos hombres muy altos vestidos con túnicas blancas,
los primeros guardianes llamados Paco-Pacuris, supervivientes de una
civilización altamente desarrollada que se habría extendido en el pasado por
toda la región amazónica desde la vertiente de la cordillera oriental hasta la
confluencia de los ríos Madre de Dios y Beni en Bolivia, y que habría sido
arrasada por una inundación provocada por las ultimas deglaciaciones.
La
ciudad construida se llamó Paiquinquin Qosqo, que significa la ciudad gemela al
Cuzco, y se encontraba al final de un cañón recóndito, en un valle en forma de
cono volcánico y con un microclima propio. Según el misionero Francisco de Cale
(1686) al Paititi se llega tras 5 días de marcha desde el Cuzco. La gran
serpiente Amaru-mayo, antiguo nombre del río Madre de Dios, se interna en una
región temida por los quechuas. Este ofidio imaginario de proporciones
descomunales era un dios, cuyo cauce se alimenta de una decena de ríos.
Apucantiti es la última gran montaña desde la cual se divisa todo. Aquí empieza
el legendario valle prohibido de la luna azul, refugio de los Amaru u hombres
serpiente, que emigraron hace más de 500 años, al derrumbarse el imperio del
sol.
La búsqueda a través de la historia
Culturalmente esta
región es uno de los países fabulosos de América que incitaron la codicia de los
conquistadores. Es así que en su búsqueda salió del Cuzco a mediados del s. XVI
la primera expedición española, jefaturada por Francisco de Aquino terminando
con muy malos resultados. En 1588 hay otro intento a cargo del hispano Juan
Álvarez de Maldonado teniendo un triste final. Poco tiempo después se descubre
en la selva cuzqueña, parte de la ciudad incaica de Vilcabamba "La Grande" o la
"Gran Vilcabamba", incendiada y abandonada.
Es interesante comprobar el
título de "Gran" que se le da a este espacio geográfico, cabiendo la posibilidad
que ello responda a una influencia posterior y masónica del s. XVIII. Recordemos
que en esta ciudad de piedra se ubicaron doscientos años antes los últimos
cuatro Incas, y que nuestra Historia Patria los califica como "rebeldes" ante su
decidida actitud contra la invasión española. Ella duró un periodo de casi 70
años, comenzando por Manco Inca II quien ataco y resistió a los hispanos
cuarenta años, continuando su hijo Sauri Túpac y quien se vio obligado a firmar
un tratado de paz en 1561. Esto quedó desconocido posterior y militarmente por
Tito Cusi, siguiendo la lucha Túpac Amaru I hasta que fuera capturado y vilmente
decapitado en el Cuzco. El es pues el ancestro de Túpac Amaru II.
De
estos momentos es el reconocido cronista Juan de Betanzos, designado
parlamentario por los capitanes españoles antes los Incas de Vilcabamba. Este,
según el Dr. Raúl Porras Barrenechea trasladó casi literalmente los cantares
épicos del Tahuantisuyo en su texto "La Suma y Narración de los Incas"
(Biblioteca del madrileño Monasterio de San Lorenzo de El Escorial). Al respecto
en 1987 la perseverante historiadora española María del Carmen Martín Rubio, en
unos muy antiguos archivos de la isla de Mallorca encontró un manuscrito de
Betanzos del año 1572, en que precisamente describió la Vílcabamba que conoció.
Conviene anotar que en Mallorca hay una vieja provincia y villa llamada "Inca".
Sobre el particular, recientemente el arqueólogo peruano Mario Polia,
con más de treinta años estudiando las civilizaciones pre-hispánicas del Perú,
halló en el Vaticano antiguos documentos de sacerdotes misioneros jesuitas que
aseguraban haberse relacionado en el s. XVI con gente aborigen de la región del
Paititi. Durante el s. XVII el Gran Paititi pasará desapercibido. A mediados de
los años 1700 resurgirán nuevamente comentarios de su existencia, sobre todo en
el Cuzco. Así cuando la rebelión del mes de mayo del año 1742, en la ceja de
selva central y que lidera el mestizo Juan Santos Atahualpa (de quien se cree
tuvo influencia masónica), se sabía "que un primo hermano suyo estaba reinando
en el Gran Paititi", conforme lo trascribe el Dr. Franklin Pease García Irigoyen
en su excelente trabajo "Antecedentes Mesiánicos al Alzamiento de Túpac Amaru".
En los tiempos siguientes, sobre todo en el s. XIX, el Gran Paititi es
relacionado con "El Dorado" bajo la visión de encerrar tesoros, lo que atrajo
nuevas expediciones. El norteamericano Hiran Bingham luego de recibir 10.000
dólares el 04.04.1912 de la National Geographic Society, encontró Machu Pichu
cuando estaba buscando el Paititi. En esa misma dirección, en 1921 el sacerdote
Vicente Cenita Goya, en la selva de Pusharo-Cuzco y en zona "machiguenga",
descubrió petroglifos inscritos sobre una inmensa roca de 11 metros de largo y
por dos de ancho, sustentando ser "vestigios de una civilización de la que no se
tenía noticia". En esta zona y al año siguiente el coronel inglés Percy Fawcett
y su hijo Jack, fueron asesinados por los selváticos al pretender ingresar a
ella.
Donde la historia se mezcla con la leyenda
Detrás del
Santuario Mayor del gran templo inca del Coricancha (Templo del Sol), existe una
entrada llamada de la “gran Chingana”, que es un túnel que comunica el santuario
con la fortaleza de Sacsayhuamán, situada en lo alto de un cerro muy pronunciado
y construida con piedras de varias toneladas. Este túnel fue usado en el siglo
XVI, durante la invasión española que se sumó a la guerra fratricida entre
Huascar y Atahualpa por el imperio incaico, por el príncipe Inca Choque Auqui
(Príncipe Dorado) hermano de estos, quien según la leyenda abandonó en medio de
aquella crisis el palacio de Amarucancha llevándose la momia de su padre Huayna
Capac y una estatua del mismo en oro, que envolvía su corazón momificado,
llamado Wauke. El príncipe huyó en compañía de sus Maestros (Amautas),
archiveros (Quipucamayocs), sacerdotes (Willajs), vírgenes del sol (Ajillas),
nobles (Orejones) y algunos guerreros, escapando de la inminente invasión de los
hombres de Atahualpa.
Así, vista en peligro su ciudad, la elite social e
intelectual cuzqueña habría fundado "otro Cuzco" siguiendo el camino de los
antiguos, hacia un oasis de paz para salvaguardar los tesoros de su imperio. Se
mantendrían allí, aislados hasta que el orden cósmico fuese restituido, y tanto
la sabiduría como el conocimiento transmitido por los dioses volvieran a
imponerse. El tesoro guardado en aquella región apartada no estaba formado por
joyas u oro. Paititi guardaría una estirpe de hijos de dioses, de sacerdotes así
como el conocimiento secreto del culto solar. Se oculta allí la historia secular
de un pueblo que unió la tierra con el cielo, sintetizando todo el saber de las
culturas que lo precedieron.
Las evidencias
Las crónicas
españolas relatan que Paititi fue construido y habitado después de la caída del
Imperio Incaico. El cronista Maúrtua (Crónica, 1677) relata que una vez dominado
el Cuzco, uno de sus habitantes fue interrogado:
¿Dónde está el Inca? -le
habría preguntado un español.
El Inca, la corona y muchas otras cosas más
- habría contestado - están en la unión del río Paititi y el río Pamara
(desaparecidos en el tiempo) a tres días del río Manu.
Existe un viejo
mapa realizado en el siglo XVII en el museo eclesiástico del Cuzco, que fue
traducido del quechua por unos misioneros jesuitas. Sobre el fondo del mapa
están dibujados ríos y montañas.
Alrededor del mapa se lee: “Corazón del
corazón, tierra india del Paititi, a cuyas gentes se llama indios: todos los
reinos limitan con él, pero él no limita con ninguno”.
En el centro y
arriba: “Estos son los reinos del Paititi, donde se tiene el poder de hacer y
desear, donde el burgués sólo encontrará comida y el poeta tal vez pueda abrir
la puerta cerrada desde antiguo, del más purísimo amor”.
En la parte
inferior derecha: “Aquí puede verse el color del canto de los pájaros
invisibles”.
Estas frases crípticas forman parte de la leyenda, hasta la
fecha más de diez expediciones han fracasado en su intento de alcanzar este
mítico reino. Los aviones y helicópteros que se acercan a la zona sufren con
extrañas averías o repentinos cambios de tiempo. Las fotografías satelitales
encuentran el lugar con espesas nubes. La zona posee una especial anomalía.
El camino hacia El Paititi
Muchas expediciones han recorrido
diferentes caminos para intentar llegar al mítico reino. Uno de ellos es el que
saliendo del Cuzco, por una carretera pavimentada llega a Oropesa luego de pasar
por San Jerónimo, más adelante y hacia la izquierda se toma un desvío de
carretera afirmada de tierra y piedra que sube en zig zag empinadas cuestas,
para luego de muchas horas de viaje llegar a Paucartambo, de allí se desciende
desde la localidad de Tres Cruces por el Valle de Cosñipata hasta Pilcopata
donde se encuentra parte del camino inca y finalmente a Shintuya, último centro
civilizado, en Madre de Dios, formado por una pequeña misión de padres dominicos
a orillas del río Madre de Dios.
Desde Shintuya se continúa en barcas a
motor; al cabo de cinco horas se llega a la desembocadura del río Palotoa. A 15
Km. de la desembocadura del Palotoa el trayecto a pie empieza. En algún recodo
del río, se llega a una aldea Machiguenga. Es recomendable establecer un
campamento en la orilla opuesta a la aldea principal. Para llegar a ella se debe
recorrer cerca de dos días. Una vez en ella se debe esperar una autorización
para cruzar el río Siskibenia y llegar a la Piedra de Pusharo.
Pusharo,
es un lugar sagrado donde se encuentra una gigantesca pared rocosa llena de
petroglifos que para algunos representa un mapa de la ruta al Paititi, esta gran
pared lítica contiene grabados diversos signos y figuras totalmente
desconocidas, ésta se encuentra en la margen derecha del río Palotoa, afluente
del río alto Madre de Dios. Estos petroglifos fueron avizorados inicialmente en
1921, por el dominico Vicente de Cenitagoya; los visitó posteriormente el médico
y explorador Peruano Carlos Neuenschwander Landa, quien cree haber identificado
entre esos enigmáticos ideogramas un mándala, quizá de origen sánscrito, el cual
se encuentra encerrada en un círculo; el padre Torrealba (1970); y el Arqueólogo
Peruano Federico Kauffmann Doig (1980) entre otros.
Desde el punto de
vista arqueológico, no hay al presente explicación satisfactoria acerca de los
diseños de Pantiacolla, ni correlaciones con otras culturas, se ignora asimismo
la edad de estos petroglifos. Sin embargo algunos investigadores creen que
representa un medio para llegar al mítico reino de Paititi.
En dirección
a las nacientes del río Siskibenia, se abre un cañón (Maisnique), que es
considerada zona prohibida, pues en ella viven los hombres vestidos de blanco.
El cañón tiene una longitud de cuatro kilómetros, de allí hasta la meseta de
Panticolla hay casi 45 Km. de selva virgen. Tres días después se llega al pie de
la meseta de Panticolla, pudiendo observarse la entrada de la caverna en forma
de corazón hasta el interior de la montaña. De allí en más es tierra prohibida.
Según las leyendas, mas allá debe hallarse el mítico cerro en forma de
puño con cinco puntas, delante otro cerro más, luego las caídas de agua, mas
allá la laguna rectangular, y muy cerca la ciudad de Pantiacollo, centro
neurálgico del mítico reino del Paititi.
EL AUTOR es ciudadano
peruano, graduado en la Universidad de Buenos Aires como médico. Ex-corresponsal
de las revistas Info Journal de EEUU e Investigación de España. Autor de cuentos
de ciencia ficción, publica además artículos de divulgación sobre arqueología,
abducciones, y medicina. Dirigió la lista de intercambio Ufologist y el diario
digital Amautas del Sur.
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