La excomunión masónica del Gran Oriente de Francia. Carta de Findel a la Gran Logia Unida de Inglaterra (1877)
Por Mauricio Javier Campos
Hurgando entre mis archivos encontré la siguiente Carta que fuera remitida por el historiador J. G. Findel a la Gran Logia Unida de Inglaterra en 1877.
El documento fue rescatado y reproducido en 1951 por los masones del Gran Oriente Federal Argentino G.·. O.·. F.·. A.·., con motivo de la actitud asumida por la Gran Logia Unida de Inglaterra con respecto a la Gran Logia de Uruguay, quitándole el reconocimiento. Período conflictivo en el cual el G.·. O.·. F.·. A.·. acude en apoyo de los hermanos uruguayos y en que a su vez la Gran Logia de Chile, influida por los ingleses y bajo su órbita, rompe las fraternales relaciones mantenidas con el G.·. O.·. F.·. A.·. durante diez años. Producto de este último conflicto, los masones del G.·. O.·. F.·. A.·. darán a conocer uno de los documentos y manifiestos más notables y fundamentales de la masonería liberal y adogmática, no sólo argentina, sino continental. Me refiero al Libro Blanco del Gran Oriente Federal Argentino – Suspensión de relaciones fraternales por la Gran Logia de Chile.
Por ahora, la Carta de Findel. Sostienen los redactores de Verbum, órgano de combate del G.·. O.·. F.·. A.·.: Con motivo de la reciente retirada del reconocimiento que la G.·. L.·. Unida de Inglaterra hizo a la G.·. L.·. de Uruguay y a raíz de la influencia que algunas Potencias soportan con relación a la posición pontifical de la primera, recobra actualidad la carta que en diciembre de 1877 dirigiera el H.·. J. G. Findel a la G.·. L.·. Unida de Inglaterra cuando esta ordenó que no se admitiera la entrada a sus logias de hh.·. dependientes del G.·. O.·. de Francia que acababa de suprimir de su Constitución la creencia en Dios y en la inmortalidad del alma.
Esta carta apareció en “Freemason” Nº 15, de diciembre de 1877, reproducida en el Bull. Off. de la A. M. I., Nº 15-6, p. 31.
A la Gran Logia Unida de Inglaterra
El artículo de vuestro diario (pág. 520) contiene una declaración de fe masónica que destruye el carácter cosmopolita de la Francmasonería y la hace simplemente una institución sectaria. No será cómoda la tarea de oponer a la posición que consideráis infalible, como la sola base del orden, posición que, tengo pena al decirlo, constituye un Papismo Masónico.
Dejadme deciros que en Alemania, Hungría, Italia, etc., todos los masones no comparten vuestro punto de vista sobre la resolución tomada por el G.·. O.·. de Francia. Lamentamos vuestra intolerante situación. Parece que vosotros creéis que la Francmasonería no es sólo universal, cosmopolita y abrazando el globo, sino que ella es, sobre todo, y exclusivamente, anglosajona, así le llamáis. Vuestros puntos de vista -estoy convencido- no están de completo acuerdo en el art. 1º de las viejas cartas de 1723 (Constituciones de Anderson), que no declara a un titulado ateo, que no pueda ser miembro de la fraternidad, ya que solamente dice, y en un sentido reservado, tolerante y de un alto espíritu, que él no debe ser un ateo estúpido. Si un francmasón es un amante honesto de la verdad, y si conscientemente cree hallarse en lo cierto, tiene la convicción de que puede negar la existencia de Dios, o por lo menos, de una personalidad divina, en cuyo caso no es un ateo estúpido, y puede aún ser muy buen Hermano., un hombre honesto y virtuoso. Si como Uds. lo dicen, la Francmasonería procura ser la gran unión del Globo, que se propone el bien de la humanidad, la ayuda y la fraternidad, que cada Logia inicie entonces a los hombres de todas las condiciones y de todas las convicciones, sin exigir de ellos una profesión de fe cualquiera, sino solamente que el neófito es un hombre bueno y honesto.
La Francmasonería es una institución humana, por un principio humanitario y no conforme a puntos de vista metafísicos o religiosos ortodoxos, que no pueden existir en una institución cosmopolita, la que debe reflejar la más amplia libertad de conciencia, de fe y de confesión, dejando a la conciencia interior de cada uno de sus miembros aquello que él quiera creer o no sobre cuestiones que en todos los tiempos separaron a los hombres y nunca los unieron.
Ahora recuerdo las declaraciones masónicas contenidas en mi Historia de la Francmasonería, en su introducción, págs. 1 a 10, y a la dedicatoria del libro de la Constitución de 1738.
Pero no es mi intención hacer declaraciones generales sobre los actos del Real Arco. Me parece más necesario dar una explicación más completa de la resolución del G.·. O.·. de Francia. Nuestros HH.·. franceses no han abandonado la creencia en la existencia de Dios y en la inmortalidad del alma, suprimiendo las palabras discutidas del art. 1º de su Constitución, sino que solamente han declarado que semejante profesión de fe, no debe hallarse en la ley masónica. El G.·. O.·. de Francia solamente hizo una declaración en favor de la libertad de conciencia y absolutamente nada contra la fe religiosa. Es de la esencia de la Constitución francesa, actualmente, que cada francmasón puede creer o no, y que cada Logia francesa es juez único para decidir si un neófito debe ser o no iniciado. La declaración francesa es solamente una afirmación de la libertad de conciencia y nunca una negación de fe.
La excomunión del G.·. O.·. de Francia por las Potencias masónicas, en consecuencia, es un intolerable acto de Papismo, la negación de los verdaderos principios de la Orden, el comienzo de la ruina de la Masonería cosmopolita.
La excomunión del G.·. O.·. de Francia solamente prueba el notorio espíritu de las Potencias excomulgantes, que olvidaron que la Francmasonería tiene por objeto solamente unir a las personas honestas de toda denominación y de todas las confesiones; ellas han profesado opiniones separatistas y de destrucción de la Orden y devela la herencia de nuestros antepasados más liberales y tolerantes.
La Unión Masónica en el porvenir será una ilusión si los anglosajones condenan a los masones franceses, alemanes, italianos, etc., … y viceversa.
Fraternalmente a vosotros.
J. G. Findel
(*) Grabado de la Physica Sacra Iconibus Illustrata de J. J. Scheuchzer, publicada en Augsburgo-Ulm, 1731. El plano de este templo arquetípico y la historia que rodea su construcción desempeñan un importante papel en la simbología que transmiten las enseñanzas de la francmasonería. Masonería, W. Kirk MacNulty, Debate, España, 1993.
http://mauriciocamposmasoneria.blogspot.com/2010/11/la-excomunion-masonica-del-g-o-de.html
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